Se trata de una transición política esperada.
Tras la dimisión oficial de Justin Trudeau, Mark Carney ha tomado posesión del cargo de primer ministro. Exgobernador del Banco de Canadá y del Banco de Inglaterra, asume el liderazgo del país en un contexto económico, internacional, fronterizo y político delicado. Su nombramiento pone fin a la era Trudeau e inaugura una nueva etapa para el Partido Liberal, que busca redefinir su identidad y sus prioridades tras años de controvertido gobierno.
Un gobierno estratégico y diverso
Carney ha formado un gabinete que combina continuidad y renovación. François-Philippe Champagne, Mélanie Joly y Dominic LeBlanc conservan carteras estratégicas, sobre todo en lo referente a las relaciones con Estados Unidos. Al mismo tiempo, la incorporación de figuras como Arielle Kayabaga y Kody Blois refleja la voluntad de ampliar la base política del partido y abordar las preocupaciones relacionadas con el impuesto sobre el carbono y las desigualdades sociales. Chrystia Freeland, antigua ministra de Finanzas, es ahora responsable de Transportes, lo que indica un reequilibrio interno en el Gobierno.
Actuación rápida a escala nacional e internacional
Mark Carney prometió un Gobierno «centrado en la acción» nada más llegar a Rideau Hall. Su primer reto será estabilizar una economía marcada por la inflación y la transición energética. También tiene previsto viajar a Europa para reforzar las relaciones diplomáticas con París y Londres. Con un Partido Conservador emboscado y una población que espera resultados concretos, su capacidad para imponer su liderazgo se pondrá a prueba rápidamente.
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